lunes, 19 de abril de 2010

Ausencia



Los piamigos ya no sostienen nada, la antigua carpa se ha desecho hilacha por hilacha, tostada por el calor del verano y empapada cada tarde por las tormentas de la primavera. Ahora el sol castiga sin piedad la puerta de madera y nadie se atreve ya a sentarse en el escaloncito de la entrada.
Por los vidrios de la puerta, se ve la calle distorsionada por la mugre de varios días. Carmenza lleva ya un tiempo enferma y no hay quien haga el aseo como ella. Carlos se ha encargado de los platos, Florencia barre la casa todos los días y Lucho trapea. Pero nadie se acuerda de la entrada. Nadie se asoma con un trapo a ver como está la puerta o trae una escoba para quitar las hojas secas. Desde afuera la casa se ve cada vez más triste y hasta a los piamigos parece que se les fuera cayendo la pintura por esa misma tristeza. Las flores que crecían en las ventanas, ahora cuelgan marchitas debajo de las rejas y los pajaritos se cansaron ya de perder el viaje por comida.
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El día que sacaron en andas el cuerpo de Carmenza, los hombres de la casa tuvieron que enfrentarse a esa puerta. Las telarañas habían soldado sus dos alas y las bisagras se habían oxidado de repente como si la casa no quisiera dejar que Carmenza se fuera.
Cuando volvieron del funeral, el estupor congeló a los hijos en la esquina del frente. Mirando con extrañeza el nombre y número de la calle, comprobaron que se hallaban en el lugar correcto. Allí donde antes se levantaba su casa, la casa de sus padres, la que entre gritos los había dado a luz, había ahora un vacío oscuro y mudo. En ese espacio no quedaba ahora ni un muro ni un escombro, pero algo proyectaba una enorme sombra y ni siquiera el viento parecía entrar o sonar en él, como si siguiera estando cerrado.
Carlos, Florencia y Lucho quisieron pellizcarse, pero la tarde de funeral los había dejado sin fuerzas. Aplastados por una tragedia brumosa, se dejaron caer en la acera, sin resistencia y se quedaron allí, inmóviles, irremediables, imperceptibles, esperando que algo o alguien los despertara de ese mal sueño.

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